miércoles, 8 de julio de 2015

Choque de Titanes


A pesar de que su cerebro seguía perdido en sus recuerdos, nuestro protagonista consiguió deshacerse, en gran parte, de la enmarañada bruma que lo atormentaba y controlar sus emociones, dejando que su parte más racional tomase el control de su anatomía, aquella que sentía pesada e intranquila a partes iguales. Tomó, casi obligándose, conciencia de sus poderes y su ser. Volteo a ver el rostro de la fémina y lo que hallo no le sorprendió en lo más mínimo.

La respuesta del Van Halen, aunque fuese calmada y en broma, le habia sentado pésimo. Su esencia, normalmente impertérrita y totalmente blanca, ahora vibraba con fuerza gracias a la rabia que sentía al comprender que quien estaba en su casa volvía a ser el chico egocéntrico y chulito de siempre. Sin apenas darle tiempo a revocar sus palabras, marco un número en el teléfono que sostenía en la mano y mantuvo una breve, pero clara conversación.

El demonio escucho las respuestas de su prima, al otro lado de la línea, con una sonrisa marcada en sus afiladas facciones y comprendió que mantener aquella mascara de frialdad no le iba a servir a ninguno de los dos si quería entender que le estaba sucediendo con la mujer. Dejando atrás el odio que sus padres le habia implementando desde la cuna y escuchando a su corazón, cambio su forma de comportarse y dejo que el verdadero Luca saliese a relucir.

- Soy Luca.

Así fue como termino el monologo, confesándole quien era Lisa y que relación mantenía con ella. La sinceridad impresa en su testimonio, confundió a la chica. Habia sido notorio. Tras eso le tendió la mano con confianza. Quería experimentar, en carne propia, lo que su voz interior le gritaba desde el mismo instante en el que ambos se cruzaron. Aquella fatídica noche de principios de veneno, en donde la tensión y las cargas negativas fueron las reinas.

El vuelco que su corazón dio al tocar su piel, confirió poder a la hipótesis que este mantenía; Gaia estaba con la castaña y de una forma que nunca habría creído. Fue absolutamente extraño aquel instante. Su don, del cual estaba más que orgulloso, se dejó sentir, creciendo con intensidad con el paso de los segundos. El fuego, elemento primordial del mundo, el primigenio de los demonios, acallo cualquier duda, cuando desato su fuerza en aquel encuentro.

Su piel ardía, como la de Mei, pero él no se quemaba. El moreno se deleitaba con la sensación. Un trance sin igual que termino más pronto de lo que hubiese querido, pues sintió como la chiquita, probablemente muerta de miedo, habia eliminado la unión. Se mordió el labio inferior, intentado, sin disimulo alguno, cambiar la expresión de su ahora pálido rostro. Miles de preguntas, una sola respuesta, una sola que no llegaba, ni por asomo, a hallar.

Las dos únicas cosas que tenía claras eran las siguientes La madre tierra quería que retomase su camino, ese que se abrió ante el en su día y el cual, por rebeldía o porque lo sentía suyo, habia tomado. La creadora de vida habia puesto a la ¨frígida¨ en su camino para que le recordase que algo dentro de su persona no era igual a sus hermanos. Negó varias veces y volvió a centrar su atención en su acompañante, la cual y de forma amable lo obsequiaba con un té caliente.

- No, gracias – Quería irse de allí cuanto antes, tenía mucho que deliberar. Conocía sus obligaciones para con su familia y la dinastía oscura, pero los llamados que su órgano vital le hacía cada cierto tiempo se estaban convirtiendo en algo ineludible ya – Atiende a tu novio nena – El mote cambio, ¿porque? Ni el mismo supo la respuesta – Nos vamos viendo, no tengas dudas de ello – Y como un fantasma, se perdió en la noche.

La manera más brillante, apoteósica y alucinante que se le ocurrió para escapar de aquella mirada de ojos color chocolate fue saltar por la ventana y perderse en la gran ciudad. Alejarse de ella era lo más adecuado. Acudiría al templo, se acomodaría en su cama, dormiría un tiempo considerable, se ducharía y volvería a la rutina, no obstante, cuando se levantase no desayunaría, si no que comenzaría a recabar información. El destino lo ponía en jaque, él no se amilanaría.

No se habia percatado de que día era, hasta que no ingreso al casco antiguo de la ciudad, zona lúgubre como pocas, donde cada fin de semana el alcohol era el detonante de los más peligrosos, sucios y demoniacos escarceos entre jóvenes y no tan jóvenes. Su nombre era reconocido por todos los allí presentes, recorrer las calles no sería problema, aunque y tal cual iba ahora, la mejor decisión que podía tomar era apartarse de estos y tratar de mantener el control. 

Los aullidos de los hombres lobos del bar de la esquina llegaron hasta su oído mejorado casi como si los tuviese a un centímetro de su figura. Patético, rezumo despotismo el joven príncipe. Una de las especies más clásicas y a la vez mugrientas del sub mundo. No tenían orgullo. Su existencia se limitaba a beber como cosacos y a gritar como perros en celo a la luz de la luna. Miles de veces sus caminos se encontraron y el habia salido vencedor de la reyerta.

Y como si lo hubiesen olido, uno de los más soeces y camorristas del clan apareció ante él con un único objetivo; ocupar su tiempo y evitar su merecido descanso. El heredero a la corona omitió comentarios y bajo su capucha negra, la cual tapaba sus facciones, sonrió de forma sanguinaria. Su elección habría sido no pelear, pero su cuerpo le pedía acción. Necesitaba eliminar adrenalina y la mejor forma era combatir con uno o varios de aquellos seres.

- Mira… a quien… tenemos por aquí…. – Consiguió completar tras pensarse mucho la oración. La borrachera no lo dejaba coordinar bien.

Además probar sus poderes y habilidades no estaba demás. Después de la incursión que la esencia de la amiga de su familiar habia hecho, necesitaba retomar la confianza en estos. Se posiciono a una distancia de siete metros de su ahora rival, con la afilada daga entre los dedos de la mano derecha y previno al hombre lobo de lo que su metedura de pata podía acarrear. Todos sabían cómo se las gastaban los afines al poder del fuego, no era novedad ninguna.

- Evita esto Demian. No querrás que tu padre llore la muerte de un segundo hijo, ¿verdad?

Un bufido por parte de su contrincante fue lo que dio comienzo a la pelea callejera. Se relamió los labios, sintiendo como el calor del elemento primogénito calentaba cada centímetro de su tostada piel. Era notorio, todo había sido pasajero, estaba retomando su vida. Sus músculos se tensaron como siempre habían hecho. Su velocidad era la propia. Su intensidad, control y precisión nata habían vuelto. Era capaz de leer el siguiente paso del rubio como si nada.

- Te lo dije – Había finiquitado el encuentro en menos de dos minutos – El día que aprendas a mantener tu bocata cerrada, será un lindo día para ambos

Se alejó del grupo, que ya se disolvía, algo más calmado en cuanto a sus preocupaciones de las últimas horas, achacando sus males al cambio de estación, a algo que habia comido o al fuerte repelús que le daba su ascenso de rango. En su fuero interno, con grandes esfuerzos por negarse lo evidente, eso deseaba creer. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario