Notó al fin que Luca estaba volviendo en sí luego de haber
entrado en una especie de trance que lo había dejado ausente, pero ahora
nuevamente era consciente de lo que sucedía a su alrededor, y sobre todo, de
dónde se hallaba. Esperó ansiosamente hasta que le respondiera algo, si le
dolía algo o a quién debía llamar.
Pero rápidamente su rostro serio pasó a uno de irritación
evidente. ¡¿Pero cuál era su problema?! ¡¿Por qué rayos le contestaba de esa
forma?! Para colmo que ella había sido considerada y hasta se había preocupado
por él y por su estado…
Su móvil aún estaba sujeto en su mano derecha, la cual
estaba blanca de lo fuerte que apretaba el aparato, y sin siquiera decirle
nada, se limitó a prenderlo y marcar rápidamente un número, sin quitarle los
ojos refulgentes de molestia encima.
–Hola, sí, disculpa que te moleste a esta hora, – comenzó a
hablar en cuanto le atendieron del otro lado – pero necesito que vengas
urgentemente a mi casa. Me encontré de casualidad a tu novio y ha tenido un
problemita, ven a buscarlo.
El muchacho había escuchado el monólogo que había tenido por
teléfono con una sonrisa marcada en sus labios, lo cual no hizo más que
acentuar el enfado hacia él. Para cuando cortó la llamada fue que volvió a
pronunciarse, pero esta vez de una forma diferente.
–No es mi novia, es mi prima y es a la única que respeto
tanto como para contarle qué me está pasando – confesó, eliminando todo rastro
de arrogancia o broma de sus palabras y mientras se recostaba en el sofá de
forma cómoda –. Disculpa las formas, quizás debo agradecer que me hayas traído
aquí sin ni siquiera conocerme… No hemos empezado con buen pie, culpa mía en
gran parte. Soy Luca – y, para ahora dejarla totalmente anonadada, le tendió la
mano, esperando a que se la tomara.
Mei sencillamente permaneció observándolo por varios minutos
sin saber qué hacer, hasta que al fin se decidió por responder su “ofrenda de
paz”, tendiéndole la mano también para tomársela y apretarla contra la suya. De
pronto, en cuanto sus palmas estuvieron en contacto directo una con la otra, la
muchacha sintió como si se la estuviese quemando por tener fuego cerca, por lo
que, a los segundos, la apartó rápidamente, agitándola y mirándola de forma
extrañada. ¿Qué había sido eso? ¿Acaso se había quemado realmente? ¿O tal vez
todo eran simples alucinaciones suyas? A fin de cuentas, no tenía la mano roja
ni ninguna otra marca parecida que le indicara que se había quemado.
–¡Ah, lo siento! No quería sacar la mano, es solo que me
comenzó a doler – explicó rápidamente para evitar que malinterpretara su gesto.
Sus mejillas debieron de colorearse rápidamente al
percatarse de lo estúpida que sonaba su excusa, por lo que bajó la cabeza y se
alejó en silencio para poder apagar la cocina que había dejado prendida. Aún tenía
frío, por lo que, intentando con todas sus fuerzas dejar de estar roja, se
centró en hacer un poco de té que pudiese tomar y hacer que el frío escapara de
su cuerpo. Era extraño, lo sentía más allá de la temperatura que hacía en
aquella noche de verano, incluso el interior de su casa estaba con una
temperatura agradable, pero aún así seguía teniendo escalofríos cada tanto,
¿acaso estaba por enfermarse? No… era algo más…
Soltó un largo suspiro, estaba cansada y necesitaba dormir
un poco, pero no podía hacer mucho mientras Luca estuviese en su casa. Luego de
llevar dos tazas de té caliente, una para ella y otra para el muchacho por si
quería y dejársela sobre la mesita, se distrajo momentáneamente viendo su
teléfono celular para verificar todo eso que no había visto mientras lo había
tenido apagado.
–¿Treinta llamadas y quince mensajes? – susurró con
incredulidad, viendo que todas venían de la misma persona: Marco. Frunció las
cejas en señal de molestia, aún recordaba cómo le había respondido y seguía enojada
con él, por lo que no se molestó en responder ni uno de los mensajes que le
había enviado hasta hacía media hora atrás y en su lugar, intentó distraerse
una vez más con Luca – Así que no eres novio de Lisa, – comentó como quien no
quería la cosa, centrándose en endulzar su té – y yo que pensaba que eras su
amante… espera, ¿dijiste que eres primo de ella? – inquirió repentinamente,
levantando la vista y mirándolo con mucha atención por primera vez desde que se
habían conocido, como si ante sus ojos se estuviese revelando algo totalmente
imposible.
Él era su primo, entonces eso quería decir que él era…
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