martes, 9 de junio de 2015

La Cruda Realidad

Todo dentro de él se desbordo y no supo cómo detener aquellas emociones tan reales y notorias que desde bien niño le habían dicho no eran buenas para su ser. Su estabilidad, su mundo se desmoronaba y no tenía recursos para volver a amoldar aquellas altas torres de marfil  y si lo pensaba fríamente, tampoco quería hacerlo, pues se sentía libre, perdido sí, pero sin las cadenas que hasta el momento habían coartado sus decisiones.

En vez de regresar al cuartel general para dar el informe de la batalla, eligió una ruta alternativa, saltándose el protocolo y las reglas absurdas que su progenitor le imponía. Se ganaría una dura reprimenda, no obstante al ser hijo de quien era, lo estricto de esta sería algo irrisorio. Su única meta era llegar a la costa y allí, refugiarse en una de las calas más pequeña y bellas. Lugar que sentía como propio al estar en contacto con la naturaleza.

Esquivo a Dash, alabardero real, de forma magistral y tomo su vehículo de la acera cercana, aquella BMW azul que adoraba por encima de todo. Escapar de sus custodios le era sencillo, lo llevaba haciendo desde niño, tenía práctica para sortear obstáculos de ese tipo. Dando un puntapié al pedal, arranco el motor. Un ruido intenso y ensordecedor irrumpió la calma de la calle, logrando, en parte, calmar sus ansias. Bien podía pasar por un chico normal, aunque no lo era.

Adopto su pose de musculitos sexy, esa que tan bien le funcionaba con las personas ajenas a su mundo y con la cual se sentía cómodo y seguro; Chaqueta de cuero, gafas de sol y sonrisa cínica. Totalmente una farsa. Detrás de esa mascara de frialdad y odio hacia la gente, escondía un secreto que creyó olvidado y en lo más hondo de su oscura esencia. Su vida se estaba cayendo a pedazos, pero su orgullo no dejaba que nadie lo viese, ni siquiera el mismo.

Mientras iba por la carretera, conduciendo a más de doscientos kilómetros por horas, sintiendo el viento en su cara, lanzo un rugido al aire, cargado de todo tipo de sentimientos, entre ellos el miedo. Creía, erróneamente, que asi se libraría de los fantasmas que comenzaban nuevamente a ensombrecer su camino. No más de quince minutos después nuestro protagonista llego a su destino; una playa de arena blanca y totalmente desprovista de público.

Avanzo hacia el agua, quitándose toda prenda por el camino y cuando sintió como el líquido elemento ya tocaba su piel, se lanzó al mar con un salto perfectamente ejecutado. Se zambullo varias veces, nado, buceo y floto. Solo, evadiendo sus responsabilidades y exigiendo responsabilidades a la nada misma. EL lo sabía. Las confrontaciones comenzarían, sus ideales estaban en la mira, al igual que sus acciones. Su corazón decía una cosa, su mente otra ¿Cuál sería su decisión?

Se sobresaltó al sentir como la aleta de un animal rozaba sutilmente su pierna derecha. Maldijo su suerte. No le apetecía nada usar sus poderes para acabar con un tiburón, mucho menos tan cerca del pueblo. Matar no era el problema, que lo viesen sí. Observo la estela de la criatura y tras un nuevo vistazo, comprobó acertadamente que no era un escualo, sino un delfín y este estaba herido. El olor a sangre, aun en el agua, lo dejo sin aliento.

Ignorando cualquier alarma de su parte racional, se concentró en atraer al dócil mamífero. Sintió la conexión, estaba ahí, tan nítida como antes. Cuando Luca lo sostuvo entre sus manos, proyecto su energía a través del vínculo que se había creado entre ellos, más rápido de lo que hubiese pensando. El traspaso de la vitalidad fue suficiente para cerrar la brecha que este poseía en el lomo, producto, seguramente, del choque contra una de las barcazas del puerto.

Todo paso tan rápido, que no se dio cuenta de la magnitud de sus actos hasta que el sonido de un motor cercano lo arranco de la unión con Gaia - ¡¡Mierda!! – Gruño - ¡¡Otras vez no, me niego a ello!! ¿Cómo he sido capaz? – Se maltrataba de forma dura tras el acto – Debo parar, soy un demonio, domino el fuego mejor que muchos, seré el rey de la RO en poco tiempo, es mi deber, mi misión en la vida. He sido creado para destruir, no para salvar….

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