sábado, 20 de junio de 2015

Sin Pasado No Hay Presente



Tumbado en la arena, con la mirada perdida, el corazón en un puño y el sol custodiando su cuerpo, Luca deliberada sobre las consecuencias de sus acciones. Siempre se había saltado las normas y usado las reglas de la hermandad en su propio beneficio, como todo demonio en su juventud, no obstante, aquel no era el caso. Ahora su rebeldía iba impuesta por algo impropio en su raza; la naturaleza y la vida.

No tenía constancia del porqué de sus cambios de actitud, los cuales eran cada vez más notables dependiendo de la situación o donde se hallaba. Desde hacía tres años que se habia dado cuenta de que algo dentro de su ser era diferente al resto de sus homónimos, aun asi tampoco se preocupó demasiado por ello, pues pensaba que era una simple prueba de lealtad que sus altos mandos le exigían. 

- Cuan tonto he sido – Confeso a la nada, al admitir que su idea del examen habia sido una estupidez absoluta.

Miles de preguntas nacían de su inquietud, alimentándose de su oscura procedencia, entre ellas y quizás la más frecuente consistía en saber si él era único que había pasado por aquello. Su familia contaba con miles de siglos de historia. Su esencia portaba la sangre real de la dinastía demoníaca más poderosa jamás vista. ¿Podría acaso haber heredado un gen extraño de parte de alguno de sus antepasados?

La parálisis recorrió su anatomía al recordar una vieja historia que su abuelo le contaba de niño. Un cuento aterrador, con tintes de verdad, de cómo su tío segundo, portador del poder del viento, había sido llevado ante el consejo y asesinado por traición al bando. La crueldad y gravedad de sus palabras era alarmante. Él no estaba dispuesto a morir, por ende y aferrándose a la comodidad que hasta el momento conocía, decidió tres cosas.

1) Mei tenía la culpa y se lo haría pagar caro. 2) Encontraría los documentos antiguos y examinaría cada uno de ellos. 3) Se volvería más sangriento, más aterrador y omitiría aquella voz que le indicaba que él no estaba diseñado para matar.

Con esa idea en la cabeza, pudo aunar las fuerzas necesarias para controlar su estado de nervios, levantarse de la arena y ponerse en marcha. Aquello le funcionaba a las mil maravillas; Creaba un plan, lo llevaba a cabo, se olvidaba del asunto. Punto y final, se dijo, sintiendo como la fuerza y el calor del fuego volvía a recorrer su piel. Paso por paso, metódicamente, con una estrategia, no dejando nada al destino, seguía repitiéndose. Un mantra que lo sostenía en su zona de confort. La arbitrariedad no tenía cabida en su día a día.

Ya de pie, al lado de su moto, con la chupa de cuero y sus gafas negras, volvía a irradiar ese aire cínico y malévolo que tanto envidiaban sus amigos. Una pose que no iba a dejar ir sin pelear. Tomando su teléfono móvil, marco un número conocidísimo para él. Llevándose el auricular al oído, se preparó para la puteada del siglo, para escuchar las maldiciones más viscerales que la fémina pudiese relatar a través de un aparato eléctrico, en cambio lo que sucedió lo dejo notoriamente descolocado. 

Lisa hablo con una voz suave y calmada, hasta se podría decir que destilaba preocupación por su persona. Deseaba saber dónde y cómo se encontraba, algo natural y evidente después de una pelea contra los Exactores del Tártaro. No le reprocho su comportamiento ni juzgo su huida, solo cuestiono su paradero actual. Nuestro protagonista le relato, sin medidas, su posición. Confiaba en ella y en que, una vez más, le guardaría el secreto.

La conversación continuó, como si nada.

- Sabes que ese lugar está vetado y aun sigues yendo, ¿Tú eres consciente de que te queda nada para subir de rango y que eso te puede negar el pase?

- L, lo tengo claro – Pocas veces dejaba que alguien le dijese que hacer o cómo hacerlo.

- Está en tu mano…. – Cambio de tema, ambos notaban la tensión y la morena no quería presionar al joven, no por el momento – Tenemos una nueva misión, sencilla y perfecta para ti….

- Dásela a Dave, me tomo el día libre – Reitero su estado de ánimo el Van Halen.

- Vas tú y punto – Ordeno severamente y él acato. Con un fuerte pisotón al pedal de la bmw, se perdió en el horizonte.

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Nada más llegar a la plazoleta, tras cruzar media ciudad a lomos de su motocicleta, se encontró, cara a cara y de frente con la fémina que y sin saberlo había trastocado su alma. Ahí hallo la verdad; El destino volvía a inmiscuirse en sus planes. Llevaba rondándole toda la semana. Vigilándolo para así darle la estocada final. Lo toreaba como una vil criatura, como si tuviese plenos poderes. Jugaba con sus anhelos y arremetía duramente con sus creencias e ideales. 

Pero, no lo dejaría ganar, no más veces al menos.

- No creo que las bromas sean de tan mal gusto querida…. 

Hizo acopio de toda su chulería y atizo su ego con rudeza. Tenía que mantener el tipo. No podía dejar que la ¨frígida¨ lo viese débil o temeroso. Si lo pensaba bien, ni ella ni nadie. La confianza, al igual que la lealtad de un príncipe de la Realeza Oscura se debía ganar y a pulso. Segundos después suspiró, pues aun a la distancia logro vislumbrar, claramente aliviado, como él no era el único que ante la presencia del otro se trastocaba.

Avanzo un paso hacia delante. Tenía constancia de que su figura imponía y quería darle más énfasis a sus palabras. Deseaba verla asustada. Todo iba bien, hasta que al entrar en contacto con su aura blanca, todo se descontrolo. Una fuerza inaudita para ambos se desbordo en aquel entorno místico y paradisíaco, llevando su recuerdos hasta unos años atrás, donde y sin querer, el imprudente demonio, había actuado bajo los influjos de Gaia y sus siervos.

Las imágenes eran borrosas, no había  nitidez alguna en ellas. Veía tanto y a la vez tan poco que sus sentidos se abrieron al cántico de la madre tierra. Sus ojos se tornaron verdes, eliminando cualquier asomo de maldad u oscuridad en ellos. Solo sintió pena, dolor, angustia y un incremento de frió en su febril anatomía. Su esencia rugió por el cambio. Cayó de rodillas al suelo y dejo escapar un término que no era común en su raza.

- Ayúdame.

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