martes, 19 de mayo de 2015

Corazón Inoportuno

Luca era complicado por naturaleza. Tenía un claro y notable dilema dentro de su negro corazón; por un lado entendía y amaba la naturaleza, disfrutaba de ella y se entendía con cualquier animal, por el otro su rencor, odio, poder y admiración por su familia le obligaba a cumplir las órdenes de su padre, rey de aquel submundo diverso y tenebroso que dominaba todo lo que se propusiese. Describir con precisión al Van Halen era como intentan frenar al mar.

Lo era todo y a la vez nada. Pasional, irreverente, irracional, inflexible, duro, mordaz e intransigente. Inteligente, leal, valiente, justo, directo y sincero

El moreno había aprendido, a base de golpes y por su propio bien, a mimetizarse con el mundo, ya fuese frío e inhumano como el de su procedencia o cálido y sentimental como el humano. La seguridad era un factor clave dentro del complejo universo de la Realeza Oscura. Aunque esto distaba mucho de su personalidad explosiva, eligió aplicar los modales propios de un príncipe y embaucar a la niña para obtener sus maquiavélicos fines

No obstante y ambos, a pesar de que no se conocían lo suficiente, tenían claro que su pose de rebelde sin causa y de experto amante no desaparecería así como así.

Iba caminando en busca de la sección elegida, cuando la muchachita lo atrapó. Su sonrisa se ensanchó aún más. Su descaro había hecho enrojecer a la mujer, llegando a agredirlo de forma suave con la prenda que ahora sostenía entre las manos. No dijo nada, ¿Para qué? Un acto siempre tiene más validez que una palabra. Se la puso sin quitar los luceros verdes de las retinas de esta, pero ni se la abrochó, ni hizo amago alguno por esconder su bien formado torso.

La retaría hasta que se rindiese ante él. Acabaría con sus nervios y la dejaría en una divertida pose de sumisión y docilidad total.

Dentro del probador y escuchando como la ya conocida como ¨frígida¨ danzaba en busca de más camisas, su órgano vital, aquel que lo mantenía con vida y el cual bombeaba sangre a toda su figura, despertó de su letargo administrándole un pinchazo efímero que sacudió todo su cuerpo de brutal manera. Miles de preguntas nacieron en ese preciso instante, solo tenían una respuesta. La Black, pese a que se lo negase, poseía algo que lo atraía sin remedio.

Al tiempo que ella abría la cortina, el, aun perdido en los estímulos que su centro neuronal le mandaba, bajo la guardia. Eso sí, no lo dejo notar o al menos, ansiaba creer que nadie lograría penetrar tanto en su cabeza como para saberlo alguna vez.

Harto de tanto ¨señor¨ y formalismo, más bien, usando eso como excusa, se movió ágilmente y de forma rápida, quedando frente a la dependienta del Twenty-Two, totalmente expuesto ante su persona. Deliberadamente había olvidado la prenda azul en el pequeño cubículo. Su pecho musculado y fibroso no estaba a más de un metro de su némesis nata. Torció su rostro tostado por el sol, mordiéndose el labio y dejando entrever la verdadera edad que poseía.

– Puedes llamarme Luca, después de todo esta es la segunda cita… – Su voz había pasado de ser fría e intimidatoria a una suave y cálida, transmitiéndole la confianza necesaria para que lo llamase así.

Sus músculos entendieron la orden de avanzar. ¿Quién demonios la había dado? No tenía la más remota idea, ni tampoco, por tonto que fuese, quería saberlo.  Un centímetro que se desplazase hacia delante y tendría aquella roja boca entre la suya. Anhelaba morderla, Ambicionaba poseerla de alguna u otra forma. Quizás fuese la competitividad que siempre había tenido con su prima o alguna otra razón que desconocida, pero aquellos labios que veía, lo llamaba a gritos.

- Ay Luquita…. Siempre aspiras a aquello que no puedes tener – La voz de Lisa lo sobresalto, tanto fue así que se separó del cuerpo de la adolescente en un abrir y cerrar de ojos.

Había sido tocado su orgullo de macho alfa.

- Ja, como que aquí doña insulsa puede mantenerte contenta, no me lo creo…. ¡¡Es imposible!!

¿Qué narices le sucedía? ¿Por qué se alteraba? Era ilógico o…. ¿no? Su grado de jefe de la manada no se tocaba. Si, era eso seguro. Una y otra vez, como un mantra, le insistía su cortex cerebral.

- Algún día entenderás, por tu bien, que en el sexo las apariencias engañan, querido – La futura comandante del agua había hablado, helándole la sangre por la fuerza de sus declaraciones.

- Se mas que tú, desde niño…. – No pudo terminar, lo que sucedió lo dejo anonadado y totalmente confundido, además de alterado y agitado a niveles insospechados

La morena,  cautivadora, sensual y sexual, se ladeo hacia el joven cuerpo de la castaña. La tomó entre sus brazos de forma casi protectora, la atrajo hacia sí, haciendo que sus pechos entrasen en contacto y sin más preámbulos, omitiendo susurros innecesarios, la beso con toda la intensidad, ternura y devoción del mundo. La Tierra, justo en ese momento, comenzó a girar para nuestro protagonista. Encendido, impaciente y totalmente desbordado.

- ¡¡La hostia!! – Logro decir pasados unos minutos. La perversión la que hacía gala todos los fines de semana salió a la luz.

Capitaneadas por su miembro viril, las hormonas comenzaron a fluctuar y a saltar en cada trozo de piel, tanto la visible como la oculta. Si bien era cierto que aquella escena la podría ver miles de veces sin cansarse, en su fuero interno sintió celos y envidia por su familiar. Lo intento omitir. No pudo hacerlo. Ahí fue cuando se dio cuenta de que aquella persona, con carácter y complicada, sería un punto clave en su vida.

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