jueves, 21 de mayo de 2015

Frustración e imprudencia

Aún en estado de shock como estaba, aún así había notado la reacción del cuerpo del llamado Luca ante la presencia de Lisa, algo que en parte le llamó la atención, ¿acaso le temía? Pero no se centró demasiado en pensar aquello, pues tenía otras cosas más urgentes que hacer. Como volver a respirar con normalidad, por ejemplo.

La cercanía exagerada que había existido entre Mei y el muchacho la había dejado muy alterada y confundida, pues no lograba entender la motivación de éste para hacer todo eso; y empezando, ¿por qué estaba ahí? ¿De verdad sólo había ido para poder molestarla? Pues, si era ese el caso, lo estaba logrando y de forma arrolladora, pero nunca lo admitiría en voz alta, e incluso si podía, ocultaría lo que su cuerpo podría llegar a decir, ya fuera que estuviese fastidiada o, incluso con las hormonas alteradas, como en ese momento.

La pelea que comenzó a continuación captó toda su atención, sobre todo el insulto que le había lanzado ahora Luca hacia su persona, lo cual se ganó una mirada fulminante de parte de la Black. Le habría gustado contestarle, darle una bofetada o algo similar, pero estaba en horas de trabajo y no podía darse ese lujo y permitir que la dejara mal ante su jefa; le habría gustado desquitarse de tantas formas… pero no solo no podía hacerlo por estar dentro del papel de trabajadora ayudando a un cliente, sino además, porque justo en ese instante, Lisa la estaba distrayendo con el hecho de tenerla tan cerca de su persona.

–Lisa, ¿qué ha…?

Ni siquiera pudo terminar la frase, pues había sido interrumpida de forma abrupta. Tenía los ojos muy abiertos, y una vez más en menos de media hora, su cuerpo había dejado de funcionar y su mente se había ido a tomar unas vacaciones a vaya a saber uno dónde. Parpadeó varias veces, sin llegar a comprender del todo lo que estaba sucediendo ante sus ojos y hasta juró sentir el tiempo detenerse. Y todo eso hasta que oyó la exclamación de parte de Luca, esa la cual la hizo reaccionar y volver a la realidad.

¡¡¡Lisa la estaba besando!!! ¡¿Por qué rayos estaba haciendo eso?! Sus mejillas inmediatamente se colorearon de un rojo escarlata llamativo incluso a kilómetros, y para cuando su amiga separó sus labios de los suyos, no pudo más que hacer que quedársele viendo con los ojos como platos y con una clara pregunta y exclamación en sus ojos.

–Ah… – logró articular palabra, aunque no estaba segura de si podría decir algo coherente, pero de todas formas lo intentó – lo siento, ya vuelvo…

No esperó respuesta de ninguno de los dos, sencillamente giró sobre sus talones y casi corrió a toda prisa hasta llegar a una puerta oculta que daba acceso a la parte trasera, allí donde las empleadas dejaban sus cosas y podían tomarse un descanso. Cerró la puerta de un solo golpe y, una vez sola, se apoyó contra la pared más próxima y se dejó caer, deslizándose por ella.

–¡¿PERO QUÉ RAYOS LES SUCEDE A USTEDES?! – chilló a todo pulmón, sintiendo que liberaba parte de la tensión que había acumulado.

Un minuto, quince, veinte, o tal vez una hora estuvo allí sola, despotricando contra todo el mundo, sobre todo aquella pareja que parecía estar fuera de sus cabales; primero Luca, buscándola y provocándola, ya fuera molestándola o poniéndola nerviosa con sus insinuaciones aún a pesar de ser el amante de su amiga, y luego Lisa, que iba y de la nada la besaba como si fuese algo que hicieran todos los días de sus vidas, ¡la estaban metiendo en medio de la relación!

Frustrada y alterada como estaba, no se lo pensó demasiado, se dirigió inmediatamente hasta donde se hallaba su bolso con las cosas que había traído y, mientras buscaba en ella su teléfono móvil, de forma deliberada llevó la mano derecha que tenía libre a la camisa blanca que usaba usualmente en el trabajo y se desabrochó los primeros botones de arriba, dejando entre ver parte de su sostén y, algo más.


Allí, justo entre sus pechos había un tatuaje pequeño pero que lograba apreciarse sin problema, una espada envuelta en llamas, tatuaje el cual, y ante la proximidad de su mano intensificó los colores a unos más vivos, e incluso casi que podía apreciarse como si el fuego tuviera vida propia y se moviera. Estaba reaccionando sin darse cuenta, pero no era algo que le preocupara realmente, su mente estaba sumida en un caos que ni siquiera se percataba de lo peligroso que podía llegar a ser eso.


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