miércoles, 6 de mayo de 2015

Primer vistazo

Y aquí llegó la que faltaba... xD ¡Buenas gente! Primero que nada, muchas gracias por seguir la historia que estamos escribiendo, espero les esté gustando ^^ Cualquier comentario, sugerencia, duda o simples ganas de molestarnos (?) Pueden dejar un comentario en las entradas (ahora pueden hacerlo sin tener cuenta necesariamente), nos ayudaría mucho leerlos un poco y saber qué piensan de lo que escribimos ^^

Al fin publicaré por mi propia cuenta el capítulo correspondiente a Mei, y lamentablemente no lo he podido hacer antes por cuestiones de fuerza mayor (estaba sin computadora y desde una tablet es un dolor de cabeza...), pero ya estoy de regreso y, esta vez me toca dejar la primera entrada del blog.

¿Y todo este palabrerío? Solo para darles una explicación xD Que creo se la merecen.


Sin más, les dejo el nuevo capítulo, ¡saludos!




Levantó una ceja en cuanto echó un rápido vistazo al lugar. Un bar. En toda regla. Las personas rondaban por el sector, de un lado al otro, todas las mesas estaban prácticamente llenas; los grandes grupos se encontraban en lugares más visibles, los solitarios en la barra, y las parejas en las áreas más discretas para comenzar una sesión de besos y caricias que, a ese momento, la tenían un poco incomoda. En cuanto notó que el par de tórtolos que tenía a su izquierda ya comenzaban a meterse mano, regresó la mirada a su acompañante.

Marco era todo lo opuesto a ella: de veinticinco años, alto -aunque cualquiera era alto a comparación la muchacha-, por arriba del metro setenta y cinco; delgado pero marcado gracias a las clases de natación que impartía, de cabellera corta, rubia y alborotada, rostro cuadrado, prominente barbilla, labios delgados y en ese momento curvados en una leve sonrisa; y de una mirada gris intensa que la tenia fija en la chica. No sabía por qué, pero aquello la hizo sonrojarse, ¿sería porque había ido demasiado preparada al lugar? Con su vestido de noche corto, ajustado a su figura y los zapatos de tacón, mas parecía haber salido con intensiones de ligar que a tomar algo con quien consideraba como un hermano mayor para ella.

–Creí que saldríamos por las calles, – dijo al fin en voz alta para hacerse oír por encima de la música de Gorillaz que sonaba en ese momento – ya sabes, a hacer rondas.

–¿Ya quieres acción? ¿Y arruinar tu atuendo? – la molestó con un significado totalmente distinto a lo que el camarero que acababa de pasar cerca de su posición había interpretado ante su sonrisa algo pervertida, lo que hizo acentuar el color rojo de las mejillas de Mei – Tranquila, si todo sale bien tendremos una buena noche.

Torció el gesto para formar una mueca y le puso mala cara, a la cual el muchacho reaccionó poniendo los ojos en blanco.

–Pensaba avisarte sobre el plan, es solo que todo se dio antes de lo que esperaba.

–¿Y qué es esta vez? – inquirió con un tono de molestia. Si había algo que odiaba era que no la incluyera en sus planes de emboscada.

–Se rumorea que alguien de linaje anda en labores de ladronzuelo, aunque aún no sabemos con certeza quién; estaba esperando poder obtener esa información antes de decirte – agregó como forma de excusa.

Pero su cara no cambiaba y estaba por rebatirle, pero ni tiempo tuvo, pues un gesto del muchacho bastó para darse cuenta de que era solicitado y al poco, sacó el móvil y comenzó a hablar bajo. Mei lo observó detenidamente, intentando adivinar de qué podía tratarse. Su cara decía que nada bueno, por lo que al poco cortó y miró una vez más a la chica.

–Lograron descifrar el lugar donde iría, pero en cuanto llegaron ya había huido, – explicó rápidamente mientras se levantaba y dejaba dinero por las botellas de cerveza que habían pedido pero no habían terminado – será mejor que vayamos a investigar también.

A ese momento, el rostro de Mei había pasado del rojo al blanco en cuestión de segundos. Eso no eran buenas noticias, por lo que con ligereza se levantó y caminó junto a Marco hacia la salida. Iban en silencio, cada uno sumergido en sus propios pensamientos, pero luego de caminadas unas cuadras, se detuvo en seco, percatándose de la calle donde se hallaba y sin más, dobló por una intersección, separándose del muchacho.

–¿Adónde vas?

–A conseguir mi propia información. Envíame por mensaje de texto la ubicación, a más tardar en una hora estaré allí.

Y sin más, se lanzó a la carrera calle abajo por la oscuridad de más de medianoche. Su idea era arriesgada, conseguir información mediante aquella fuente era casi ser una crédula tutal, pero no perdía nada con intentarlo. Corrió, hasta que por fin llegó a la casa de destino y una vez estuvo frente a la puerta la abrió sin siquiera pedir permiso.

***

Se miró en el espejo del baño y soltó un suspiro. Llevaba cosa de media hora allí y no había logrado mucho. Si bien Lisa era una de sus mejores amigas, ella era muy fiel a los suyos cuando de la Realeza Oscura se trataba, y no le extrañaba en lo absoluto, a fin de cuentas, Mei también era fiel a los suyos, a los Exactores del Tártaro. Parpadeo rápidamente, aun no entendía como es que habían terminado por ser tan amigas cuando sus principios chocaban tanto, eso no dejaba de tenerla sorprendida sobre sí misma.

Se dispuso a salir del cuarto de baño, cuando su móvil vibró y se detuvo a ver el mensaje. Era de Marco, dándole la ubicación exacta del lugar, pero era lejos, por lo que debería irse cuanto antes si no quería perderse los detalles de la situación; con eso acababa de dar por terminada su búsqueda de información por parte de Lisa. Salió al fin, bajado las escaleras y, centrada en responderle el mensaje al muchacho, habló:

–Gracias por la bebida, pero ya debo marcharme – y luego de decir eso, notó la presencia de alguien más en la sala, alguien que estaba sentado frente a la chimenea y tenía cara de pocos amigos.

Le llamó la atención que aquel muchacho se hubiese ubicado de forma tan cómoda como si fuese el dueño mismo de la morada. Llegó hasta la planta baja y solo en ese momento se percató de que el vestido estaba desacomodado de una forma poco prudente, por lo que inmediatamente se lo arregló, bajándolo hasta cubrir los muslos descubiertos a la vez que se sonrojaba levemente.


–Bueno, estarás bien acompañada, y yo debo antes de que se preocupen demasiado.

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