lunes, 4 de mayo de 2015

Problemas

Ser rápido, certero y no dejar rastro ni superviviente. Esas eran tres de las reglas básicas del mundo en el que Luca sobrevivía a diario. ¨Si algo se complica, solo has de eliminarlo. La muerte es nuestra amiga, úsala a tu favor¨. La voz de su padre, autoritaria y fría, apareció en su mente, como también el recuerdo de su juramento de sangre hacia poco más de un año. Tenía que hacer, lo que tenía que hacer. Sin remordimientos, ni culpa, ni muchos menos vacilar ante aquella prueba de honor. Su nombre quedaría manchado si no lograba su objetivo y nadie se lo perdonaría, ni siquiera el mismo.

En su diestra y ante el firme proceder de su deber para con su clan, una daga de plata hizo acto de presencia. Brillaba con fuerza, mucho más si la luna incidía sobre ella. Su empuñadura ostentaba el símbolo del fuego, elemento primigenio del moreno y de la dinastía Van Halen. Su verde mirada, ahora fija en los ojos temblorosos de la fémina, irradiaba furia, rabia e ira. No habia, ni por asomo, compresión o duda. Asestaría el golpe final sin miedo a las represalias de la sociedad, pues el poder, la riqueza y la reputación de su familia harían que la balanza de la justicia se moviese, una vez más, a su favor.

Como era costumbre en el desde niño, contó hasta tres para dar inicio a su acción. Salto, al terminar la cuenta, con agilidad felina, hasta quedar pegado al palpitante torso de la joven. La atmósfera de la habitación era oscura, cargada de tensión, la misma se podía cortar con un cuchillo. Se olía el miedo, a través de la sudoración abundante de la piel de la futura víctima. Apoyo el arma en la yugular de la rubia y le indico que mantuviese silencio. La vida de una insignificante niña rica no valía nada en comparación con su misión. Podía notar como el filo de su compañera de juegos ya rasgaba la pálida piel de la mujer.


Quedaba nada y menos para que cometiese un acto heroico para su ascenso. Estaba a las puertas. No habia retorno. Cerro los ojos, omitiendo a su corazón y a las suplicas que ya comenzaban a salir de la reseca boca de la chica. No quería verlo, no podía. Su rudeza se derrumbó. Su figura tembló. Por eso no quería escuchar sonido alguno. No podía matar a sangre fría cuando, aunque muy dentro de su esencia, sabía que estaba mal. Su bondad clamaba por salir. Si continuaba con aquello daría de lado a la madre tierra, aquel ser puro que el moreno habia descubierto en sus viajes y que lo habia cuidado como un hijo en muchos de ellos.

Las dudas lo asaltaron, como ya habia pasado hacía meses y lo obligaron a soltar un resoplido tan alto y claro que logro asustar, más aun si cabe, a su acompañante. Entorno la mirada y maldiciendo internamente su buen fondo, se dirigió hacia la única salida; la ventana. Antes de desaparecer completamente, repitió una letanía en latín que resonó en todos y cada uno de los puntos de aquella antigua y enorme casona. Era una amenaza, una clara. Si hablaba, estaba muerta y en aquella ocasión no fallaría. La campana volvió a sonar y el, sin más, salto al vacío, perdiéndose segundos después por las calles de la ciudad.

Ni habia logrado enmudecer a su rival, ni tenía la joya que su progenitor tanto necesitaba. Estar jodido, era algo bueno para como él se encontraba. Los problemas eran algo normal en la vida de nuestro protagonista. Según él y era tan cierto como que la tierra gira alrededor del sol, los encontraba sin ni siquiera buscarlos. ¿Qué hacer? La única salida que se le habia ocurrido era ir en busca de su prima. Ella, más madura y coherente y con, quizás, las mismas preocupaciones y cavilaciones que él, lo ayudaría a escapar de los seguratas del patriarca más temido dentro de la sociedad secreta.

Pegado a la pared blanca, con la lluvia, que habia comenzado a caer hacia segundos y los aullidos claros de los borrachos hombres lobo del bar cercano, se mentalizo para la tunda que le iba a caer. Bien podía rendirse y aceptar el castigo, pero, a pesar de todo, el chico tenía sus huevos bien puestos y sus ganas de crecer y llegar hasta los niveles más altos de la realeza oscura. Con un aullido, se subió a su moto, una bmw trucada de color azul eléctrico y con algún que otro secreto que hacia las delicias de cualquiera y dándole un pistoletazo de salida al motor, se encamino hacia donde sabia se encontraba Lisa.

Media hora después y con la adrenalina a tope debido al tráfico, llego hasta su objetivo. Abrió la puerta sin llamar y se presentó ante su mejor amiga, le regalo una ligera reverencia y con un – Se va a liar – Se dejó caer en el sofá del rojizo salón. Frente a él habia una chimenea apagada, un cuadro con el símbolo del agua y un sinfín de retratos. A su derecha, según estaba el, una mesa y cinco sillas. Habia restos de cena sobre esta y dos copas con un ambarino champan. Seguramente le habia estropeado la velada con una de sus conquistas, pero le daba exactamente igual. Necesitaba su ayuda y la exigiría, le gustase o no.

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