miércoles, 13 de mayo de 2015

Paradoja

- Ponme cerveza…. – Logro pronunciar un molesto Luca

Las botellas vacías que se hallaban sobre la mesa, donde el moreno se apoyaba, superaban y con mucho el número de parroquianos en aquella tasca sucia y mugrienta. La última vez que la joven y rubia camarera se habia acercado a nuestro protagonista habia contado unas veintidós y el muchacho, reacio a todo, seguía insistiendo en añadir otra más al número ya acumulado.

Ella, a fin de cuentas, seguía órdenes y a pesar de que le daba pena el estado del joven, seguir insistiendo solo le traería problemas.

- Aquí tiene – Índico con voz trémula al tiempo que lo obsequiaba con una de las más costosas del local.

Llevaba poco por la ciudad, apenas una semana, pero el Van Halen ya era conocido por todos y todas. Sus trueques con los comerciantes más complicados, sus conquistas cada noche, sus peleas con las bandas callejeras más inestables y sobre todo su mal humor diario eran comentados hasta por los menos sociales de la comunidad. Era temido, odiado y envidiado a partes iguales.

- Cerveza – Rugió el cuándo y ante su embriaguez clara, habia derramado parte de la ambarina bebida al intentar llevársela a la boca.

Diana, que asi se hacía llamar la mesera, volvía, sin inmutarse, a hacer el paseíto típico entre las mesas de los más desharrapados y malolientes hombres de todo el estado. Era su trabajo, le pagaban por ello, aunque y como era evidente, no le gustaba nada. Los tipos se creían con el poder de tocar, manosear y menospreciar su vida solo por el simple hecho de ser mujer. Bien podría negarse, pero necesitaba el dinero….

No habia cruzado ni la mitad del bar, cuando la mano de uno de aquellos seres se introdujo por su escote hasta dar con la piel clara de su pecho derecho. Ella, asustada e impresionada, grito con todas sus fuerzas, haciendo que el ruido del club, hasta ese entonces ensordecedor, pasase a ser un ligero murmullo. El desconocido ni se inmuto, tan solo se dedicó a explorar su pecho, de cuanta forma se le ocurrió.


- ¡¡Suéltame, bastardo!! – Una indefensa criatura por la cual nadie haría nada….

Eso se esperaba del heredero; que obtuviese lo que quería, donde y cuando fuese necesario,  que cometiese los más crueles crímenes jamás imaginados, que jugase sucio, que robase e hiriese, que actuase como un verdadero señor de la oscuridad. Era el príncipe de la realeza. Lo tenebroso era parte de su esencia. La maldad, la sangre y lo demoniaco eran sus mejores amigos. Su felicidad y placer iban primero.

- Ya la has oido – Bramo el futuro rey desde su posición

Actuó por inercia y siguiendo una voz interior, en contra de todo lo que le habían inculcado desde niño, defendiendo a la victima de tan brutal asedio.

Contaba que su reputación lo ayudase en aquella ida de olla de frenar el avance, pero en vez de despejar la pelea, solo la inicio. Pateo y casi demolió el local con su fortaleza, pero logro sacar a la fémina de aquel bastión de seres inhumanos. Sangraba abundantemente, pero ante tal cantidad de alcohol que soportaba su figura y gracias a su forma física pudo aguantar hasta el lugar más seguro que vio.

- Gracias, al final no vas a ser tan malo como te pintan – Y sin más, aquella niña de ojos claros le regalo un abrazo tan estrecho que lo dejo mudo y en shock por varios minutos

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¨No vas a ser tan malo…. no vas a ser tan malo…. No vas a ser tan malo….¨

Despertó sobresaltado y completamente bañado en sudor. Debía olvidar, a como diese lugar, aquella escena de su vida. Él era quien era, habia nacido para ser el gobernante de todas las razas más temidas del mundo, no podía vacilar ante nadie, mucho menos ante una cara bonita. Él era el encargado de llevar el caos a la tierra, de ayudar al crimen y a la oscuridad, ¿Cómo habia sido capaz de evitar uno?

Se tapó la cara cuando y sin previo aviso, las azules pupilas de la jovencita volvieron a reaparecer en sus recuerdos. Habia agradecimiento en ellos, estaban llenos de compasión y cordialidad hacia su persona, cuando y ante todo, debía haber odio, miedo y desconfianza. ¿Por qué le sucedía aquello? No lograba entender que le ocurría. Era como si hubiese algo dentro de él que lo llevase por el camino del bien.

- ¡¡Aaaggghhhh, necesito salir de aquí!!

Y así fue como nuestro personaje comenzó el día.

Tenía una misión, una que habia comenzado la noche anterior; descubrir donde se veía su prima con aquella castaña frígida y borde del día anterior, conocer cuál era su relación y desmotivar y hundir los ideales, los sueos y la vida de aquella ingrata. Eran las siete de la mañana, perfecta hora para rebuscar en los bolsillos de Lisa y hallar alguna pista de donde sería el encuentro programado para las siguiente horas.

Tres minutos después, quizás cuatro, logro su objetivo. Un arrugado papel con el nombre de lo que parecía ser una tienda y la dirección de esta.

Se vistió, oculto toda emoción de su aniñado rostro, se subió a su amada bmw y emprendió camino. Nadie, nunca, vería mas allá de lo que él quisiese proyectar. Las emociones le hacían débil. Recorrió un par de kilómetros para despejarse y tras su vuelta de relax, aparco frente al letrero azul que y con letras grandes anunciaba el nombre de tan afamado local. El Twenty-two era conocido por todos los jóvenes de la zona.

Ingreso con una sonrisa cínica en sus labios. Su chaqueta de cuero sobre su hombre derecho y unas ganas tremendas de liarla…. Hasta que la vio. En cuanto sus ojos se posaron en la curvilínea cadera de la tal Mei, su corazón comenzó a latir de una forma desaforada e irregular. Detuvo su proceder y se quedó estático, a diez metros de la mesa que hacía las veces de mostrador, con ganas de salir corriendo.

Parpadeo un par de veces, segundos después de darse cuenta de que estaba haciendo, como poco, el ridículo y se regañó mentalmente – Buenos días – Saludo, enfatizando lo más que pudo. Tenía que domar su órgano vital, por las buenas o por las malas – Vengo a gastar una increíble cantidad de dinero aquí, necesito a alguien que me guie y me cuide mucho, porque puedo hablar muy bien de este sitio….

Por suerte o por desgracia para la conocida como ¨frígida¨ aquello era más que cierto.

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